Si le preguntan a Stephen King, la historia de El visitante está parcialmente basada en «William Wilson», de Edgar Allan Poe. Sus personajes no dejan de mencionar el cuento y en eso se juega una discusión sobre la racionalidad del protagonista de Poe. Es que en la novela de King se pone en cuestión lo que aceptamos como explicable y lo que queda en la zona de lo irracional a lo que también, en ocasiones, le damos el nombre de sobrenatural.

«Un chico está en la escuela, llega otro chico que luce igual a él, viste como él, y tiene el mismo nombre», dice King. «Lo que vino a mi mente es, ¿cómo sería un relato si la evidencia de que alguien cometió un crímen horrible fuera inapelable? Pero, y si la evidencia de que esa persona tiene una coartada perfecta, ¿qué pasaría si eso también fuera inapelable?».

En El visitante, King trabaja con la idea de alguien que está en dos lados al mismo tiempo y de un crimen horrible. ¿Hay una explicación racional para eso? Y, en todo caso, ¿hasta qué punto podemos entender a alguien que comete un crimen?

¿No era Ted Bundy una versión de El Cuco, un ser que cambiaba de forma, con una cara para las personas que lo conocían y otra para las mujeres a las que mataba? Lo último que esas mujeres veían era su otra cara, su cara interior, la cara de El Cuco. Hay otros. Caminan entre nosotros. Tú lo sabes. Son seres extraños. Monstruos que escapan a nuestra comprensión. Sin embargo, crees que existen

Esta fue mi primera experiencia con King. Desconocía su afición por registrar la realidad: cómo se compra en un Walmart, la experiencia y la diferencia de beber café en un Starbucks y un IHOP o el paso a un nuevo tiempo en el que el papel para tomar notas es sustituido por una tablet. No, tablet no. King no escamotea en marcas, le interesa enunciarlas, recoge todos los datos de la realidad que puede: Uber, Waze, FaceTime, Skype, Quick Notes y la infaltable iPad. Incluso las novelas de King forman parte de esa realidad enunciada o, al menos, sus adaptaciones. En un breve diálogo, no pierde la oportunidad de criticar a Kubrick por El resplandor.

O quizá le daba igual —dijo Ralph—. Los asesinos en serie suelen llegar a ese punto poco antes de ser detenidos. Bundy, Speck, Gacy..., llega un momento en que empiezan a creer que ellos son la ley. Como los dioses. Se vuelven arrogantes y quieren ir más allá de sus posibilidades.

Así como las ficciones de King forman parte de este mundo ficcional (que constantemente se expande: esta novela es una secuela de la trilogía de Bill Hodged), en esta novela el mundo "real" forma parte de la novela, no solo por las marcas y ese registro de lo real, sino porque en toda leyenda hay algo de verdad. Y en eso crímenes horribles que se narran (porque hay más de uno) no dejan de sentirse como réplicas, como ecos, los crímenes trístemente célebres que hoy en día forman parte de nuestros catálogos de entretenimiento. El morbo paga, y eso ya lo sabían los editores de Poe.

Stephen King: El visitante. Plaza & Janés, 2018, 592 páginas, 23 x 16 cm. Traducción: Carlos Milla Soler.