Hay un cuento de Onetti en el que una mujer decide contratar a un director teatral, un tal Langman, a fin de representar un sueño en el que conoció la felicidad.

Langman, como buen personaje de Onetti, tiene la vocación de aceptar cualquier encargo que le permita ganar algo de dinero. Incluso si le parece un disparate. Así que, apremiado por ciertas circunstancias económicas, decide aceptar la propuesta y lleva a escena un sueño. El cuento, si les interesa, de llama «Un sueño realizado».

Escribo sobre él porque ayer vi Haciendo Escenas, una serie de @un3tv, que me hizo recordarlo.

Se trata de la historia de Luciana (@paula_grinszpan) y Franco (@juliandoregger), una pareja de actores que no saben cómo pagar sus deudas y encuentran en el uso de los recursos teatrales una suerte de terapia que se convierte en un negocio exitoso.

Como Langman, estos personajes se encuentran con la oferta de manera casual; pero en Haciendo Escenas no se busca representar sueños, sino recuerdos. La re-presentación escénica como un ejercicio que culmina en una suerte de purga emocional.

Si nos quisiéramos hacer los intelectuales, la podríamos pensar como una "ficción barroca", en la que se pliegan distintos planos —teatro/mundo, arte/vida, recuerdo/imaginación, etc...—, al tiempo que se ponen en crisis las nociones de identidad, memoria y experiencia.

Pero más allá de lo que nos invite a pensar, la serie es cómica y tierna (como casi todo lo que hace Grinszpan), y en un plano más personal nos hace recordar todas esas discusiones que hemos ganado en el escenario de nuestras mentes.