Quizá la obra más conocida de Michael Ende (1929-1995) sea La historia sin fin. Paradoja: su apellido significa fin.

En El dragón y la mariposa el tema de los nombres es importante. Nos encontramos con Plácido y Bárbara. Ambos viven una vida relativamente feliz hasta que se enteran del significado de sus nombres. No se reconocen en esa identidad impuesta, se deprimen y se encierran.

Pues apenas el libro abrió
su nombre escrito encontró
y conoció el significado
de un nombre tan inapropiado.
[...] Gritó el dragón, el alma en vilo:
«¡Yo no soy dulce ni tranquilo!»
Y para demostrar lo contrario,
rompió en seguida el diccionario.

Es que el bravo dragón no se reconoce en el concepto de plácido y la etérea mariposa no se concibe bárbara. El drama no parece encontrar solución, pero la tiene y está relacionada con la posibidad de renombrarse.

Apenas se hubo instalado
zumbó un abejorro a su lado.
"¡Bárbaro!", dijo ella, "¡ruidoso!,
me estás estorbando el reposo".
Zumbó el abejorro: "¡Buuu,
la única 'Bárbara' eres tú!".
Bárbara perdió el color:
“¡Cielos, mi nombre es un horror!”.

El tema de los nombres es un territorio bastante explorado en la literatura. T. S. Elliot nos habla sobre ello en su famoso El nombre de los gatos. Allí aparece la idea del deciblindecible (effanineffable) nombre que solo ellos conocen. Su identidad más íntima.

En los relatos fantasy, conocer el nombre real de las cosas te otorga un poder sobre ellas.

Incluso Ende, en su afamada obra, aborda el tema desde otro enfoque. Allí hace que Bastian le otorgue un nombre a la Emperatriz Infantil para que ella no muera: nombrar es dar vida.

Aquí, nombre e identidad están vinculados de manera indisoluble. Plácida y Bárbaro solo puede ser felices cuando logran cambiar sus nombres y encuentran a quien reconozca sus identidades.

La posibilidad de nombrarse, de autopercibirse en el nombre es tan fuerte, que me parece que este es un texto más que oportuno para leer en estos días.

Sobre el texto vale decir que se presenta como un poema en tres actos (aunque en esta edición se presenta dividido en dos). Es un poema en rima, por lo que la traducción es libre. Su composición lo torna idea para la representación escénica y, de hecho, más de una vez se lo ha llevado a una puesta con títeres.

El trabajo de Luis de Horna suma mucho al libro. Por un lado están las orlas que acompañan al texto, por otro las ilustraciones que dan cuenta del clima cálido, maravilloso y sombrío en el que transcurre la acción.

Michael Ende, El dragón y la mariposa. Alfaguara, 1993, 48 páginas. Traducción: María Teresa López García-Bardoy. Ilustraciones: Luis de Horna. Sin Stock.

Hay una nueva edición con nuevas ilustraciones, pero no sé si se consigue en Argentina.