Kafka tiene un texto muy breve, «Un mensaje imperial». En él podemos ver reflejada la historia de esta Carta al padre. Como aquel, la carta tampoco llegó a destino. Pero si en el cuento, el mensaje es enviado por un emperador en su lecho de muerte; aquí quien escribe es una suerte de súbdito. O, al menos, alguien que declara no saber emanciparse.

Pues bien, tú eres, desde luego, en el fondo una persona bondadosa y tierna (lo que expongo a continuación no lo desmiente, pues me refiero solo al modo en que influiste sobre mí de niño), pero no todos los niños tienen la perseverancia y el temple necesarios para escarbar hasta dar con la bondad.
Yo flaco, débil, poca cosa; tú fuerte, grande, ancho. Yo ni siquiera necesitaba salir de la caseta para sentirme un guiñapo, y no solo a tus ojos, sino a los del mundo entero, pues tú eras para mí la medida de todas las cosas.

Pero esta historia epistolar se puede contar de otra manera. Daniel Guebel, por ejemplo, entiende que Carta al padre no estuvo destinada a Hermann Kafka, sino a Julie Löwy, la madre de Franz. Ella sí la habría leído y luego ocultado y devuelto. Sin saberlo, completaba el sentido de la carta.

A veces me imagino el mapa del mundo extendido y a ti estirado, a lo ancho sobre él. Y tengo la sensación de que, para mí, solo son habitables las regiones que tú no cubres o que no están al alcance de tu mano.
Lo que más me aleja del matrimonio es la convicción, ya irrevocable, de que para mantener una familia... hace falta todo eso que he visto en ti ... lo bueno, y lo malo, tal como se halla fusionado orgánicamente en tu persona.

Años más tarde, con Kafka ya muerto, el traidor más celebrado, Max Brod, dio en publicarla en forma de libro. La fechó en noviembre de 1919, Franz tenía 36 años. Por entonces, vacacionaba en Želízy y durante dos semanas se habría dedicado a dejar plasmada sus ideas en una extensa carta de 103 carillas manuscritas.

Herías mi vanidad y mi ambición con tu manera de dar la bienvenida a mis libros, que llegó a ser proverbial: "¡Déjalo en la mesita de noche!".
Mis escritos trataban sobre ti, lo único que hacía en ellos era llorar lo que no podía llorar en tu pecho.

En ella hace un resumen de la relación que había mantenido con su padre desde su infancia. A grandes rasgos, cuenta con dos secciones. La primera es la más extensa y presenta una serie desglosada de acusaciones del hijo hacia el padre. En la segunda, como en un juego mental, se le otorga la voz al padre para que realice su alegato. Es que para Franz se trataba de una suerte de escrito judicial, «la carta de un abogado» y, por ende, buscaba resolver el conflicto. Pero entre estos acusados, ¿quién es el culpable? La respuesta de Kafka es obvia —nunca se le puede endilgar la culpa al otro— pero no por eso la obra deja de ser menos interesante.

Franz Kafka, Aforismos. DeBolsillo, 2018, 124 páginas. Traducción: Joan Parra. Prólogo: Jordi Llovet. Diseño: Peter Mendelsund. Precio: $599.-