Pa' qué mentirles. Compré este libro por la portada. Lo vi en la librería y dije ¿Catalina Bu? Resulta que no, que la ilustradora era Conxita Herrero, una joven española que aparece fotografiada dentro del libro. Eso me encantó. La editorial Barrett le dedica una hoja al autor del libro, François Blais, una a la traductora, Luisa Lucuix (¡qué trabajo! ¡Con notas y todo lo que quieren las personas de bien!) y otra a la ilustradora. Con eso y las imágenes que venían en el interior, el libro, en tanto objeto, me conquistó.

Como cualquiera, estoy con lecturas y obligaciones varias. Pero eso no detiene mi habitual impulso de visitar librerías y pasear entre sus secciones. Suelo practicar el 'Tsundoku', ese término que aprendí gracias a Ella Frances Sanders, esto es: la compra de libros que dejo amontonarse en mi casa muchas veces sin leerlos. Aun así, me hice tiempo para leer este libro.

Una forma divertida e instructiva de descubrir Estados Unidos es a través de la web Family Watchdog (www.familywatchdog.us), una página que permite a los ciudadanos de este país comprobar si entre sus vecinos figura alguna persona que haya sido condenada por un delito sexual. En la página de inicio, te piden que introduzcas el nombre de una ciudad. Probemos, por ejemplo, con Anchorage, Alaska.

En las vacaciones abandoné mi hábito de escuchar podcasts de camino al trabajo. Principalmente porque no estaba de camino al trabajo sino de vacaciones y, por lo tanto, fui desarrollando nuevas manías. Ahora, por ejemplo, escucho jazz de fondo. En particular, la lista "Jazz Piano Classics" armada por Spotify. No me interesa la historia de esas canciones ni de esos artistas (jamás me pasaría lo que a Sarlo, pues no pienso comprar un disco), es puro consumo despersonalizado: esa música de fondo me resulta. Así las cosas, puedo prestarle atención no a los sonidos (¡el destrato a la música es total!) sino a cualquier otra actividad, entre ellas, la lectura. Ahora volví, por lo tanto, a leer en el colectivo.

Estos dos días, entonces, sumé tiempo de lectura (no obligatoria) en el bondi. Y es probable que haya sido por el trabajo de Conxita Herrera, porque el libro me llamaba desde el escritorio. Entre ayer y hoy, lo devoré. Llenaría esto de adjetivos para describir el texto (o la novela), pero me dijeron que no es conveniente hacer eso. Diré entonces que pasará a formar parte de un muy grato recuerdo de lectura y que, eventualmente, lo releeré. Todavía puedo darme ese lujo.

En la categoría «En el fondo, habríamos preferido no saberlo», ¿cómo no sentirnos un poco decepcionados al enterarnos de que la ciudad de Boring (Oregón), se llama así, simplemento, porque fue fundada por un tal W. H. Boring? ¿o que You Bet (California) fue bautizada en honor de la expresión favorita del tipoq eu regentaba el saloon de aquella época? ¿Que Uncertain (Texas) debe su nombre al hecho de que, en la época en la que Texas formaba un país independiente, los habitantes del lugar estuvieron durante cierto tiempo inseguros de su ciudadanía, debido a los litigios constantes entre la frontera de Estados Unidos y la República de Texas? ¿O que Ninety Six (Carolina del Sur) fue bautizada así por la simple razón de hallarse situada a noventa y seis millas de la importante ciudad de Keowee?

Me encantaría hablarles del libro, pero para eso deberíamos encontrarnos en algún lugar y, como ya convinimos, andamos con nuestras obligaciones a cuestas (sé también que hay quienes las tienen como zanahoria, no soy esa clase de penitente). Así que les escribo, como ya habrán notado, sobre cómo llegué a él, por qué lo leí y lo que me pareció.

Por último, entiendo que ustedes hubieran esperado que yo les hablara de Kenneth Goldsmith y de las "nuevas" prácticas de escritura que menciona en Escritura No-Creativa. Lo sé porque, aunque no hayan leído Documento 1 ni el libro de Goldsmith, Tess y Jude, los personajes y narradores de la novela (por cierto, es de un autor canadiense), son dos grandes gestores del lenguaje de la era digital: copian, pegan y, sin embargo, producen algo nuevo. No obstante, me parecía que eso lo podrían leer en cualquier otra parte*.

En fin, no voy a insistir para que lean esta novela porque, de hecho, ni siquiera insté a que lo hicieran. Solo vine a este lugar a contar esto para que, en realidad, me lean a mí^.

¡Saludos!

François Blais: Documento 1. Barrett, 2022 [2013], 224 páginas, 21 x 14 cm. Traducción: Luisa Lucuix. Cubierta: Conxita Herrero.

[NOTA: En el colofón aparece la siguiente leyenda "Este libro terminó de imprimirse, gracias a la ayuda del gobierno canadiense, el día 5 de septiembre de 2019". En la página de legales figura que la primera edición argentina es de marzo de 2022 y que se llevó a cabo en Talleres Gráficos Elías Porter. El ISBN es español por lo que ese detalle quizás se deba a que se usó la misma maquetación, con la mínima revisión para actualizar los datos de la página de legales.]

*No hago referencia a la revista Otra Parte pues no sé si le ha dedicado alguna reseña a este libro y, sobre todo, porque, de haberlo hecho, seguro termina diciendo algo sobre la "enseñanza" que nos deja el libro y sobre la reciente muerte de François Blais (¡Madre mía! Un nuevo Rafael Pinedo, un nuevo Busquet, llego tarde siempre).

^Aunque también es cierto que lo hago en un horario en el que nadie me ve.