Llegué a este libro por un tuit. O quizás una historia. O una publicación. Sé que llegué a este libro por alguna red social.

Una escritora compartió una cita de este libro. Me gustó. Pensé que sería interesante leerlo. Todavía lo pienso, pero mi experiencia de lectura se vio constantemente entorpecida por el propio libro.

No quiero decir mucho sobre la traducción. Mi conocimiento del francés no pasa de la mala pronunciación de algunos apellidos y de ciertas prohibiciones: decimos, por ejemplo, 'queso azul' en referencia a una palabra que no se puede nombrar. Aun así, no me gustó la forma en la que el libro está traducido. Quizás en otra región lingüística suene bien decir "también hay el parque" por "también está el parque", aquí no. Y cuando digo aquí me refiero a mi interior.

Creo que la persona que escribe no tiene idea respecto al libro, que tiene las manos vacías, la cabeza vacía, y que, de esa aventura del libro, sólo conoce la escritura seca y desnuda, sin futuro, sin eco, lejana, con sus reglas de oro, elementales: la ortografía, el sentido.

De alguna manera, me hizo recordar a mis malas traducciones del latín. Ocasionalmente aparecía en las tareas alguna forma del verbo 'sum' que podía ser traducido con alguna de las conjugaciones del verbo 'haber'. Pero yo, apoyado en la inercia y en la costumbre, traducía como "ser". Apurado en avanzar con los ejercicios, no notaba el error sino hasta corregir la frase en la clase. A esta edición parece haberle faltado una clase de adecuación al territorio en el que está circulando. O no. Quizás sea yo que soy un quejoso.

Lo cierto es que lo más doloroso de la edición fue que se notó mucho el proceso de automatización por el que pasaron el texto. Y esto porque luego no lo revisaron. Hubo así tildes donde no debían estar y faltaban en otros. A su vez, con frecuencia aparecían letras 'm' que reemplazaban a las 'rn'. Y cuántos 'Y a' por 'Ya'. Errores hubo varios, pero de esto ya me quejé en otro lado.

No sé qué es un libro. Nadie lo sabe. Pero cuando hay uno, lo sabemos. Y cuando no hay nada, lo sabemos como sabemos que existimos, no muertos todavía.

La edición se acerca al resultado que uno esperaría de una impresión ilegal. Y no voy a decir nada sobre el diseño de cubierta. Más sin amor no se consigue. No sé si volveré a comprar libros de Tusquets.

El texto de Duras vale la pena, pero mi consejo es que consigan una edición vieja. La de 1994 no contaba con estos errores de edición. Comparten, sin embargo, la traducción. Insisto, es un buen trabajo, solo que en ocasiones a mí me molestó.

Marguerite Duras: Escribir. Tusquets, 2022 [1993], 128 páginas, 21 x 14 cm. Traducción: Ana María Moix. Cubierta: Getty Images. Precio: 2200.